Uno de los conceptos que se compartía entre los judíos en los tiempos del Antiguo Testamento era que cuando el Mesías llegara, tendrían momentos de descaso físico y refrigerio. El tiempo de refrigerio era de alegrías para ellos.

La paz que necesitamos

Pero es cierto que vivir el camino de Dios a veces trae dificultades porque somos pecadores. Sin embargo, cuando tenemos paz en nuestras mentes, tenemos el descanso que requerimos. Arrepentirnos nos trae esa paz. Confesarnos con Dios nos trae paz interior.

Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio.
Hechos 3:19 (RVR 1960)

Es un hecho que todos pecamos, pero Dios no cambia. Él dijo que borraría nuestros pecados y no se acordará de ellos. Siempre está dispuesto a perdonar nuestros pecados si nos arrepentimos.

Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.
Isaías 43:25 (RVR 1960)

Dios proveyó la solución para que podamos restablecer una relación con Él; confesar nuestros pecados para limpiarnos de toda maldad. Así como David buscó ser restaurado con el favor del amor de Dios al arrepentirse luego de cometer errores graves.

Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño.
Salmos 32:1-2 (RVR 1960)

El arrepentimiento nos da libertad y nos trae paz

Es la sensación de alegría que nos da el saber que obtenemos el perdón al arrepentirnos de corazón. Dios nos perdona y por ello hay alegría en el arrepentimiento, y al exponer nuestro pecado, ya no podrá continuar existiendo, solo guardándolo lo cultivamos.

Por tanto, el arrepentimiento es libertad, no es el castigo, es la recompensa. Dios nos ha dado la posibilidad de corregirnos, nos otorga más de una oportunidad y por eso debemos alegrarnos con la posibilidad del arrepentimiento.