Cuando nos sentimos abrumados deseamos tener paz y tranquilidad. Puede que encontremos algo que aquiete nuestro corazón, pero los afanes y las situaciones que no podemos controlar nos sorprenden con inquietud.

¿Quién puede darnos la paz verdadera que no se esfuma? Jesús dijo a sus discípulos:

La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Juan 14:27 

Jesús no se refirió a un escape o descanso de los pesares cotidianos, sino a una paz que no se ausenta a pesar de cualquier mala o buena circunstancia, una serenidad que perdura pese a todo.

¿TIENES LA PAZ QUE EL SEÑOR OFRECE?

Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Isaías 26:3 

Dios nos promete paz, Él es la fuente de ella. Cuando Jesús les hizo la promesa «Mi paz os doy», no les prometió una vida sin dificultadas ni preocupaciones, al contrario, sabía a lo que se iban a enfrentar por predicar el evangelio.

Sus discípulos recibieron el Espíritu Santo, quién les dio el valor,  la fortaleza, seguridad y confianza, para que cumpliesen su llamado.

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. Mateo 28:19-20 

Busquemos más de Dios para tener un corazón confiado y centrado en los planes que tiene para nuestra vida.