Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte (2 Corintios 12:9-10)
Generalmente nos cuesta reconocer en que fallamos y tendemos a ocultarlo y evadirlo; es algo que está en la naturaleza humana. Podemos incluso llegar a pensar que solo las fortalezas son las que honran a Dios y olvidar que Él también usa nuestras debilidades para su gloria.
El Señor quiere fortalecer nuestro carácter y sabe que cuando nos levantamos en Él, luego de caer, somos conscientes de su poder y misericordia para nosotros.
Así, es importante reconocer y corregir nuestras fallas en Dios, porque sin hacerlo nuestro corazón se llena de orgullo y nos sentimos autosuficientes; incapaces de necesitar de alguien más. La Biblia nos enseña que el Señor mira al altivo de lejos; así que nuestras debilidades son útiles para mantenernos humildes, reconociendo que somos una obra perfectible, que solo tiene sentido junto a Dios.
Si hoy te sientes débil, triste o angustiado, una vez más levanta tu rostro con firmeza y echa mano del gozo y cuidado que sólo el Señor provee. Recuerda que las fortalezas demostradas, hablan de nuestro valor, pero las debilidades superadas muestran nuestro carácter y en el punto más bajo de tu vida, es cuando el poder de Dios se manifiesta de la manera más grande y maravillosa.