En nuestras manos ha sido entregado un privilegio que pocos valoran, para comprender mejor podemos encontrar una enseñanza valiosa en la vida de un reconocido pintor de nombre Miguel Ángel, autor de una obra titulada «La Creación de Adán»; una de las más famosas y reconocidas del mundo.
Según la historia, en una ocasión tardó mucho tiempo en pintar un detalle, lo repetía una y otra vez, por lo que uno de los trabajadores al verlo le aconsejó que siguiera adelante ya que era un trabajo grande y «nadie lo iba a notar»; a lo que él respondió «yo sí lo notaré».
Un privilegio dado por Dios
Servir al Señor es un privilegio, es Dios mismo queriendo utilizar nuestras vidas para su obra maravillosa. Pero, tristemente muchas veces servimos en la iglesia sin entusiasmo y dedicación, pensando «nadie lo va a notar», aunque en nuestro corazón si lo notamos y olvidamos que Él nos mira y también lo nota.
“Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová, y maldito el que detuviere de la sangre su espada.” Jeremías 48:10
Existe una maldición para aquellos que hacen la obra de Dios de forma indolente, que está al mismo nivel que un asesino. Estos pasajes simplemente demuestran lo desagradable que es para el Señor que no valoremos su servicio. No cometamos el error de olvidar para quién trabajamos.
¿Sirves al Señor?
“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.” 1 Corintios 10:31
Es preciso aclarar que el servicio a Dios no solamente se encuentra dentro de la iglesia, existen talentos que el Señor nos ha dado para ser utilizados en este mundo, los cuales puedan darle la Gloria. Por ejemplo, aconsejando o ayudando a aquellos que enfrentan problemas, orando por sus vidas, visitando hospitales, cárceles y otros.
Te animo a examinarte, ¿estás sirviendo a Dios como Él se merece?, ¿eres agradecido? Si un día has decidido entregar tu vida a Cristo es tiempo de decidir servirle con excelencia, poniendo todas tus fuerzas, mente y corazón, porque Él es Majestuoso, Santo y Justo.